sábado, 16 de julio de 2016

JESÚS MORALES RUIZ - INTIMIDAD DEL PAISAJE - MUSEO DE ARTE PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ - En el marco de la Celebración de mis 42 años de Vida Artistica



LA INTIMIDAD DEL PAISAJE
Una imagen para las sensaciones

El paisaje como cualquier otro elemento natural o urbano, visto desde la perspectiva postal, es un simple artificio, un retazo  del todo que se descifra en la memoria, una imagen para las sensaciones. Tomar el tema del paisaje para recrear el universo pictórico es una alternativa que puede tocar las pulsiones más íntimas del ser humano, porque no se trata del paisaje como tema, ni como elección por el mero gusto, se trata de absorber su esencia para volcarla con la fuerza del color sobre la límpida tela que la espera.

Jesús Morales Ruíz, ha dedicado cuarenta y dos años de su vida a la pintura, lapso en el que se ha paseado por diferentes propuestas dentro de la figuración, en los últimos años se ha dispuesto a jugar de una manera muy seria, con las variaciones del mar, sus caprichos, sus múltiples maneras de pronunciarse desde cualquier punto, cualquier hora y hasta cualquier infinito horizonte que le grave sobre el lienzo el irrepetible momento de una puesta de sol. Profundas disyuntivas se formula el espectador ante la posibilidad de equivocarse con los amaneceres tan parecidos a un atardecer, provocando con la misma intensidad la sensación de estar allí, en presencia de la gestualidad de las olas, sus aromas de espuma estimulando los sentidos y un irresistible deseo de penetrar su intimidad marina.

No es necesario enmarcar la obra de este destacado artista en una corriente específica porque su obra no se sostiene en una época, ni en un determinado espacio de la historia, es su trabajo un producto de todos los tiempos, siempre caminará con paso firme hacia su destino porque está desprovista de ataduras, goza de la libertad que toda obra merece, de la interpretación que de ella se quiera hacer  porque la intencionalidad en este caso, no está dirigida hacia esas posibilidades científicas sino que va más allá de un cerco, se eleva hacia el mundo de las sensaciones independientemente del hecho creativo.  Los paisajes de Morales buscan ese espacio íntimo que invita a modificar la percepción cotidiana en otro espacio de variaciones tonales sugestivas para el goce espiritual. He aquí una paradoja, siendo que se proyectan como una suerte de pantallas para exaltar los sentidos, tienden a proporcionar la placidez de la calma, el reposo, el hamacar de un remanso a orillas del Caribe. Ese caribe que también encarna su figura y lo hace indisoluble de su propuesta plástica; es decir, estar en presencia de su obra es simplemente estar con él, es estar en contra del racionalismo Descartiano,  Morales nos enfrenta al empirismo puro, porque es la experiencia y la percepción ante el objeto lo que importa,  como bien lo dirían Locke y Hume sobre la tesis de que todas las ideas provienen de los sentidos; aunque éstos nos puedan engañar disfrutamos de esa mentira que la imaginación de un artista es capaz de transmitir con la mancha que vibra, con el solaz misterio que se formula entre la emoción captada por el ojo y la capacidad del artista para transmitirlo.

                                                                                              Reina María Rada

                                                                                                  Agosto 2016

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