Marcos Ettedgui y Ramón Vásquez Brito
Los Signos del Ser
Museo de Arte Francisco Narváez
Ramón Vásquez Brito y Marcos Ettedgui
“Los
signos del Ser”
Algunos pintores de la década de los
40s, sobrevivieron a esa vorágine que amenazaba con desaparecer la alegría del
paisaje. Ramón Vásquez Brito siguió el impulso que lo empuja a liberarse
de la sumisión, para seguir atrapado
en aquello que lo lleva a concebir la
pintura como un espacio dinámico en el que los elementos naturales se diluyen
en la materia con una fuerza lumínica, que enceguece y provoca sensaciones reales;
convirtiéndonos así, en ola, viento, agua y sol frente a su mar; insinuación de
quietud en una infinita soledad… Son paisajes
que rayan lo metafísico en busca de permanecer inmaculados en el tiempo.
Marcos Ettedgui, sigue ese camino que
conduce a la blancura de la atmósfera y divide en azules difusos su horizonte, como una expansión de la
materia. Las montañas se convierten en manchas transitadas por caminos obtusos que
derivan en el agua del abstraccionismo, donde flotan los restos sugeridos de unas embarcaciones que
una vez fueron reconocibles, para dejarse absorber en otro tiempo.
Reina
Rada
muestra de cariño y respeto a quien me
formó pacientemente en su taller, durante tres años.
Era la época cuando Vásquez Brito ya se entregaba de lleno al paisajismo marino, después de haber practicado con éxito la figuración y la abstracción geométrica. No sucumbió ante la atracción del juego óptico y se dedicó depurar cada vez más su visión del paisaje. Esta obra me impactó tanto, que me acuné a ella. Todo lo que yo pintaba, lo hacía con su paleta o con su estilo, o con ambos, y aun así sentía que era una pintura diferente. Debo aclarar que no nací ni me crié en zona cercana al mar y ni siquiera sentí alguna atracción especial por su presencia. Pero, admiraba la obra de Vásquez Brito. Y sólo había un Vásquez Brito. Su obra es colosal y única.
Era la época cuando Vásquez Brito ya se entregaba de lleno al paisajismo marino, después de haber practicado con éxito la figuración y la abstracción geométrica. No sucumbió ante la atracción del juego óptico y se dedicó depurar cada vez más su visión del paisaje. Esta obra me impactó tanto, que me acuné a ella. Todo lo que yo pintaba, lo hacía con su paleta o con su estilo, o con ambos, y aun así sentía que era una pintura diferente. Debo aclarar que no nací ni me crié en zona cercana al mar y ni siquiera sentí alguna atracción especial por su presencia. Pero, admiraba la obra de Vásquez Brito. Y sólo había un Vásquez Brito. Su obra es colosal y única.
Sabemos
que en la Venezuela de la cultura colonial se generó la pintura histórica y la
imaginería religiosa, para finalmente llegar al género
paisajista, aunque nunca se consideró que éste marcara época. Si
acaso, era un movimiento más. Le siguió el cinetismo, las
instalaciones, el videoarte.
El Maestro Vásquez, una vez que se adaptó al paisajismo, no se apartó de él, lo manejó con dedicación y sentido de renovación, creando, en mi opinión, lo que yo llamaría el paisajismo poético. Tenía una amplia visión del arte de su entorno y una aguda inteligencia que le permitían ``inventar`` un paisajismo personal. En cuanto al efecto en mi obra, hay que comprender lo poderoso de las influencias. Mi adhesión al estilo ``Vásquez Brito`` obedece, entonces, no a una simple repetición de formas de pintar, sino a la evidente influencia envolvente de su paleta, su sentimiento y su manera de expresar la realidad.
Presento aquí obras realizadas durante mi período de formación, así como obras de mis primeras exposiciones como profesional; aquellas que los críticos encontraron muy similares a las del Maestro. Igualmente presento trabajos ejecutados posteriormente, cuando decidí abandonar el paisajismo marino e incursionar en el expresionismo semi-abstracto, algo que me permitía descargar tensiones internas y laborar en diversas formas de expresión, distanciándome algo de la producción de los demás. Someto al escrutinio de los observadores tres paisajes recientes pintados al mismo tenor que en mis inicios.
Debo acotar que considero el expresionismo, el cual practico desde hace cerca de treinta años, como un estilo que induce al observador a practicar su naturaleza pensante, mientras que la figuración lo aparta de esa opción y le niega la posibilidad de completar la obra según su propio criterio, oferta que todo creador debe impulsar como atrevida aventura.
Me vienen ahora a la memoria unas palabras de Tahía Rivero, Curadora de la Colección Banco Mercantil, quien dijo: ``…el artista, al ser un hombre de su tiempo, es también un investigador de su propio proceso y sus eventuales hallazgos se deben también a las pequeñas puertas que otros artistas han abierto.`` Creo que este concepto es universal por lo que cuadra a la perfección con el historial de todos los artistas. Un análisis de mi desarrollo inicial, me indica que éste se basó en hallazgos de Vásquez Brito, mientras que la variación al final siguió procesos, entre otros, de Jean-Michel Basquiat, siempre respetando la originalidad de cada uno.
Aspiro así homenajear al fallecido profesor, dejando entender mi admiración por su extraordinaria producción plástica y su innegable humildad artística.
Marcos
Ettedgui
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