sábado, 16 de febrero de 2013

Maestro Jesús Morales Ruiz - "Critica a su Obra Pictórica" - Diario del Caribe


JESÚS MORALES RUIZ – ARTISTA PLÁSTICO
                                    
JESÚS MORALES RUIZ
Crítica a su obra Pictórica
      
"ESE VIEJO TEMA"
"Después de haber visto y analizado las obras del pintor Jesús Morales Ruiz, se aprecia que el eterno tema de las Flores, Paisajes y Bodegones, sigue teniendo vigencia.
La disyuntiva está, en cómo se trata, v no cabe la menor duda que Jesús Morales Ruiz da a ese "Viejo Tema"
una calidad y una nueva expresión por su espiritualidad, al tratamiento de estos motivos.
Estas nuevas obras de Morales Ruiz, me confirman que estoy frente a un artista serio y preocupado. Recordándome aquel verso del gran poeta Rubén Darío "La Virtud consiste en ser tranquilo y fuerte, con el fuego interior todo se abrasa, se triunfa del rencor y de la muerte y hacia Belén la caravana pasa".

 Pedro Ángel González 
 Premio Nacional de Pintura (1941)                                                                                         

"PAISAJES EN EL TIEMPO"
"La claridad de los actos, reviven senderos de esperanza y acto de pintar como lo    hace Jesús Morales Ruiz, con el empeño y la disciplina del creador... permiten reiterar, de manera transparente, la satisfacción que nos produce los logros obtenidos.
 Paisajes en el tiempo es el mundo interior de Morales Ruiz, donde nacieron azules en la brisa y se perciben calladas ausencias para perpetuarse en la cercanía".
                                                                                                                        
 Ramón Vásquez Brito.          
  Premio Nacional de Artes Plásticas  (1950) 

        
"VOLVER A VER"
"Para Morales Ruiz el planteamiento del tema basado en dos grandes imágenes: Paisajes y objetos naturales sobre un espacio, no tienen la intención visionaria de un López Méndez o Rafael Monasterio, aunque el perfil y las principales formas estructurales de la figuración mantengan su gran objetivo comunicativo y la misma esencia de relación visual.
 Un artista muy joven que se arriesga a tomar de nuevo los grandes temas de los maestros venezolanos: El mara­villoso Ávila, siempre cargado de su poderosa ecología, sus valles y alrededores, donde pueden encontrarse apasionantes paisajes, cambiantes durante todo el año. Luego están las mesas, las frutas, los objetos del hogar, la luz, esa luz que siem­pre se cuela en las mañanas y tardes del trópico. Y ese amor profundo por las flores, los floreros estáticos bañados de luz y rodeados de un clima íntimo y sereno. 
 Estas obras recientes de Morales Ruiz, son la anunciación, la presencia de un nuevo pintor, que deberá forjarse con el tiempo a través de un gran oficio, de estudios profundos y un gran desafío con el tiempo en nuestro medio.
 Muchos artistas venezolanos han trabajado sobre el mismo tema, han sido apasionados y virtuosos; Federico Brandt y sus interiores maravillosos, Reverón, el paisaje venezolano en su más profunda intimidad, Cabré, el Ávila de toda su vida.
Por consiguiente están sentadas las bases para Morales Ruiz, está la raíz, un origen que da pie.
Volver a ver, con calma, con pasión y profundidad para que emerja así la nueva visión".
                                                                                                           
Alirio Palacios            
Premio Nacional de Artes Plásticas (1977)

“LOS PINTORES DE LA RESONACIA ESPIRITUAL”                                                                                                                                                       
“…JESUS MORALES RUIZ (1953) en su taller muestra sus más recientes obras y al final pienso que debemos incluirlo entre los artistas de la resonancia espiritual. Antes, Carlos Silva dijo que él ha llegado a una fascinante y densa proposición sin tener las prisas vanguardistas que tanto angustian y hacen zozobrar a muchos artistas jóvenes.                                                 
Antes, Carlos Maldonado Burgoin dijo que su trabajo constituye un lenguaje íntimo, panteísta, de una cosmovisión orientalista llena de un misticismo pletórico de gusto inmediato.                      
El propio artista opina sobre el origen de su proposición: "Esa luz de mis cuadros debe venir de las raíces, del inconsciente colectivo".                                                                       
Declara sobre la decoloración que le obsesiona:                                                                           
“Ya viví el "blanco sobre blanco ", ahora estoy de regreso y busco más bien el color. Del blanco he venido a parar a la gama actual. El color es lo más bello, no hay razones para negarlo".  
Explica la manera cómo construye una de sus pinturas:                                                        
“Empleo el color "quebrándolo". Lo voy debilitando con el blanco y voy obteniendo el resultado desvanecido que me he propuesto como meta".           
MORALES RUlZ, a mi juicio, es alguien que sopla sobre las arenas blancas del desierto como un huracán capaz de sepultar ciudades. Se trata de un pintor que podrá ser -si sabe cuidarse- miembro del muy seleccionado club de la resonancia espiritual. Una reunión de élite en la cual se dan cita cumbres como SU SHIH, TURNER y REVERON.                                          
Los sueños de los artistas jóvenes, pueden ser cruelmente diáfanos. En los cuadros que ví en el taller de MORALES RUIZ: el blanco mar, la blanca montaña. Bate el mar, resplandece la montaña.                                                                                                
Con variadas pinceladas, con blancas tintas,  surge el eco de una dimensión lejana. Más allá de lo que ven nuestros ojos, lo que capta el lente fotográfico, de lo que imaginamos.
La pintura en general, suele ser más firme y duradera, más pétrea e inconmovible que nuestras convicciones...".

Luis Domínguez Salazar                                                                                                      
Premio Nacional de Artes Plásticas (1982) 

"LAS DIMENSIONES PLÁSTICAS PSICOLÓGICAS EN LOS PAISAJES DE MORALES RUIZ".                                                                                                                     
La concepción paisajistica de Jesús Morales Ruiz no es el producto de un acercamiento descriptivo a la realidad morfológica de su entorno, por el contrario, es el resultado de un reco­gimiento espiritual. Cada cuadro es la traducción sensible de una determinada ubicación imagi­nativa que no se identifica con ninguna referencia reconocible. Esto explica que la exhuberancia de nuestra vegetación, la tropicalidad de nuestra luminosidad, la densidad de nuestra temperatu­ra y la accidentalidad de nuestra topográfica no quedan incorporadas en su obra. Más allá de cualquier estimulo perceptivo, la fuente de sus resoluciones se identifica con una introspección muy sosegada que no le deja cabida a ningún ingrediente estridente: la visión apacible de la vida se convierte en la condición necesaria y en el requisito suficiente de su versión plástica.        
Esa quietud motivacional alcanza efectos plásticos muy ramificados: los espacios abier­tos, las atmósferas iridiscentes, las transparencias reverberantes y las perspectivas abarcadoras constituyen el registro básico de su alfabetidad. Un rápido recorrido sobre estos aspectos nos reporta que, en Morales Ruiz, el espacio asume una doble condición. Por una parte, es temática plástica y, por otra, es enfoque conceptual. En el primer sentido se solventa como dimensión visual proyectada, horizontal y verticalmente, mediante la representación de lo amplio y de lo vasto. Pero estas denotaciones no se restringen a la exclusiva evidencia sensible, sino que tam­bién se prolongan hacia connotaciones psicológicas que se relacionan con lo desahogado y de lo desembarazado, con lo despejado y lo limitado. Con toda la propiedad puede afirmarse, en esta obra. el espacio adquiere simultáneamente, una singularidad desdoblada: es evidencia pictórica y es revelación ilusoria.   
Esas acepciones de lo espacial se apoyan en las resoluciones de lo atmosférico. En efecto, este aspecto adquiere una condición muy protagónica en la propuesta de Morales Ruiz. La razón puede encontrarse que para enfatizar las implicaciones de lo supuesto, de lo imaginario, de lo aparente, y, en definitiva, de lo más recóndito de lo introspectivo, no hay nada mejor que la sensación envolvente que proporciona lo neblinoso y lo nebuloso. Estas impresiones vaporosas asumen propiedades climáticas muy especiales, en virtud del comportamiento iridiscente de los colores tonales. Para darle fuerza a este enfoque, nuestro artista eleva la luminosidad de sus cuadros y hace que todas las combinaciones cromáticas se subordinen al blanco. Por eso, los referentes se des materializan, los ámbitos se enturbian, las focalizaciones se alejan de lo nitido y la temperatura se hace más húmeda. Es aquí precisamente donde surge el aporte de la transparencia: concretar una síntesis entre los planos integrados de un espacio y las sensualidades térmicas de una atmósfera. En el caso especifico de Morales Ruiz, lo que emerge es una translucidez en donde el horizonte se refleja, las nubes se desplazan, las luces se encienden, los vientos se atenúan, los elementos se disuelven, las instancias se esfuman y las perspectivas se extralimitan. Todo esto ocurre en unos mismos recuadro s que sirven para fusionar los enfoques delicados y liricos del paisaje plástico con los estatutos imperturbables e introspectivos del paisaje psicológico.              

Víctor Guedez         
Critico de Arte

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