JESÚS MORALES RUIZ – ARTISTA PLÁSTICO
moralesruizjesusrafael@gmail.com
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CARLOS HERNÁNDEZ GUERRA
“Detras de la Ilusion”
LA DINÁMICA DEL GESTO.
“ La pintura de Hernández se inscribe en la dinámica del gesto, en un movimiento de la pintura que interpreta la celeridad simultánea con que las imágenes de la realidad atraviesan el campo de interés de la mirada, y aun de nuestra vida. Para esta clase de pintura se requieren grandes formatos y procedimiento de pintar que corresponde en cierto modo a una escritura amplificada. Pero no siempre procede Hernández Guerra como un artista gestual; también trabaja con una técnica laboriosa, basada en empastes uniformes de tonos neutros fuertemente contrastados con efectos de luz".
“ La pintura de Hernández se inscribe en la dinámica del gesto, en un movimiento de la pintura que interpreta la celeridad simultánea con que las imágenes de la realidad atraviesan el campo de interés de la mirada, y aun de nuestra vida. Para esta clase de pintura se requieren grandes formatos y procedimiento de pintar que corresponde en cierto modo a una escritura amplificada. Pero no siempre procede Hernández Guerra como un artista gestual; también trabaja con una técnica laboriosa, basada en empastes uniformes de tonos neutros fuertemente contrastados con efectos de luz".
Juan Calzadilla
Crítico de Arte
PANORAMA DE UN NUEVO AMANECER
Una de las décadas más densas y decisivas del siglo XX en la plástica venezolana, fue sin dudas, la de los años 60 (como aconteció en gran parte del mundo): el auge del informalismo, la poderosa corriente de la nueva figuración, la consolidación del cinetismo, la consecución de otras tendencias paralelas, a veces coincidentes, como el sub-realismo y la abstracción lírica.
La extraordinaria fuerza de la plástica de esa época, la dinámica de coexistencia entre tendencias tan disimiles, sólo puede tener una explicación: La gran calidad artística donde los creadores, en sus diversas proposiciones estéticas, y la atmósfera de inseguridad y esperanza que caracterizó a esos años mundialmente.
La extraordinaria fuerza de la plástica de esa época, la dinámica de coexistencia entre tendencias tan disimiles, sólo puede tener una explicación: La gran calidad artística donde los creadores, en sus diversas proposiciones estéticas, y la atmósfera de inseguridad y esperanza que caracterizó a esos años mundialmente.
El nacimiento del informalismo en Venezuela, aparece como un signo de los tiempos y como proposición grupal organizada; se presentó por primera vez en “Los Espacios Vivientes”, en Maracaibo (1959), gracias a Juan Calzadilla. La amplia lista de participantes: Manuel Quintana Castillo, Humberto Jaime Sánchez, Mercedes Pardo, Jesús Soto, Ramón Vásquez Brito, Pascual Navarro, entre otros, ya es un buen signo de cuál sería el porvenir del informalismo en los años subsiguientes.
Después de la abstracción geométrica, con el informalismo aparece la humana libertad del gesto, el encanto poderoso del azar y la reivindicación de las texturas, de la expresividad de la materia agrumada sobre el lienzo.
Muchos de aquellos artistas y otros que ya venían trabajando en ello o se sumaron, como Oswaldo Vigas, Francisco Hung, y Carlos Hernández Guerra, prosiguieron en esa búsqueda, en esa liberación instintiva inconformista y espontánea, lejos de los controles de la línea definida y de los colores en superficies lisas, impecablemente planas; con el informalismo, no sólo salía a la luz todo lo reprimido por otras tendencias artísticas dominantes de la década anterior, sino el deseo y el hecho, de mostrar a la sociedad “más que el producto terminado del artista el acto creativo de sí mismo”. Exponer era exponerse, con todo el magma irracional y esplendido de la creatividad artística.
El informalismo deja generosamente el campo abierto al vitalismo, a fin de poner el proceso del acto creador incluso como una conducta a seguir.
EL MAESTRO DE LA ARMONÍA DEL COLOR
Carlos Hernández Guerra nació el 1 de Junio de 1939 en el Callao Estado Bolívar.
Premio Roma, Salón Oficial de Arte, Caracas (1959); Premio Antonio Esteban Frías Salón Oficial de Arte, Caracas (1960); Primer Premio Salón Anual Pez Dorado, Caracas (1961); Primer Premio Salón Anual Casa de La Cultura de Maracay (1962); Primer Premio Salón de Jóvenes Pintores, Universidad Central de Venezuela, Caracas (1963); Premio Rafael Monasterios, Salón Julio T. Arce, Barquisimeto; Premio Eulalio Toledo Tovar, Salón Arturo Michelena, Valencia (1976); Premio Adquisición Salón Nacional Artes Plásticas en Venezuela, Museo de Bellas Artes, Caracas (1976); Primer Premio Salón FONDENE, Margarita Nueva Esparta (1978); Premio Hermógenes López, Salón Arturo Michelena, Valencia (1978); Premio Arturo Michelena, Salón Arturo Michelena, Valencia Estado Carabobo (1980); Premio Hipódromo, Salón Arturo Michelena, Valencia (1981); Orden Andrés Bello en su Segunda Clase; entre otros.
La obra del maestro Hernández Guerra, mejor conocido como “El Indio Guerra”, se inscribe en la dinámica del gesto, en un movimiento de pintura que interpreta la celeridad simultánea con las imágenes de la realidad; atraviesa el campo de interés de la mirada y aun de nuestra vida, trabaja con una técnica laboriosa, basada en empastes uniformes de tonos neutros que fuertemente contrastan.
ESTUDIOS ACADÉMICOS.
El Indio Guerra estudió en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas de Caracas; en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, Francia y en la Escuela de Bellas Artes de Berlín, Alemania. Realiza su primera exposición individual en la Galería “G” de Caracas (1961). Participa en exposiciones colectivas en los Salones Oficiales de Arte Venezolano desde 1956 hasta 1968. Fue Profesor de Técnica de la Pintura y Dibujo en La Escuela de Artes Plásticas Armando Reverón de Barcelona, Estado Anzoátegui (1962-1964); fue igualmente Profesor en el Centro Experimental de Arte de La Universidad de los Andes, Mérida, Estado Mérida (1964-1968); en el Instituto de Diseño de Caracas /1975-1984). Realiza varias exposiciones a nivel internacional tales como: “El Arte Latinoamericano”, Museo de Arte Moderno de Paris Francia (1972); “Arte Venezolano” Museo de Arte de Lima, Perú (1974); XIV Bienal de Sao Paulo (1977); XIX Bienal de Sao Paulo, Brasil (1977); I Bienal de la Habana, Casa de las Américas, Cuba (1984).
El Crítico de Arte Roberto Guevara escribió sobre su obra: "Hernández Guerra, en un claro retorno a la naturaleza, si se quiere, entra en un proceso de una forma sensual de entrega al reino de lo visible. De la caligrafía había pasado al gesto volcado, luego a la narración de paisaje en términos organicistas, para dar acceso por fin, ya a los ochenta, al verdadero clima donde casi tocamos la realidad, esa luz en demasía que estratifica y equilibra por paradoja las capas donde el mundo se organiza y se hace discernible, en un singular paralelo entre lo visual y lo inefable. Siendo muy veraz, en las obras de los últimos diez años, Hernández Guerra se deleita en pasar de la descriptiva minuciosa, al poder de la sugerencia global, y muchas veces tropezando con esos ocasionales núcleos gestuales que siempre acechan cualquier paraje. Es el reposo del guerrero o su recompensa".
DETRÁS DE LA ILUSIÓN.
En la obra del maestro Hernández Guerra se nota una evolución constante y una profundización que se mantiene dentro de una misma esfera infraestructural. Ha avanzado dentro de una normativa creciente para concretar resoluciones de una expectativa plástica, que lo lleva a promover el resurgimiento de un tratamiento que entronca con la tradición paisajística de los maestros del Círculo de Bellas Artes de Caracas (1912), y de la Escuela de Caracas (1920), pero que supera sus resoluciones con nuevos paradigmas de motivación y con diferentes esquemas técnicos. Asume un tema viejo a partir de un lenguaje nuevo y en función de un propósito distinto, para establecer un estilo que lo coloca a la cabecera del movimiento emergente “El Neo-paisajismo”. Hernández Guerra despliega un virtuosismo que supera las normas del impresionismo trillado, para fortalecer un “Realismo Subrayado” dentro de motivaciones que son al mismo tiempo, objetivas y subjetivas.
La expresión de la naturaleza es transcrita en una realidad plástica que está envuelta por una sensibilidad y por la precisión de una sutileza.
El tema deja de ser objeto de la obra y pasa a ser un fragmento recreado por la subjetividad de una intención que se sintetiza en los detalles de la naturaleza.
El tratamiento del paisaje no se queda en la armonía de lo estético ni en los componentes subyacentes de unos juicios. El tratamiento sugestivo y sugerente del espacio totalizador, lo complementa con una marcada intención por simplificar la luminosidad. Los matices impresionistas se omiten para promover la fuerza irradiante del sol tropical que ilumina a la superficie. En síntesis, el aporte textural de los aspectos paisajísticos adquiere un mensaje de interioridad donde lo luminoso asume la responsabilidad fundamental. Todo este compendio de luz se complementa proporcionalmente con el enriquecimiento cromático. Entre luz y color se establece un vínculo de reciprocidad progresiva, acumulativa y ascendente.
La arquitectura compositiva en la obra del maestro Hernández Guerra, ha recibido una atención significativa, sin ella, no sería posible redactar las connotaciones emotivas conceptuales de su obra; por eso busca y encuentra el equilibrio a nivel de lo cromático, de lo volumétrico, de lo rítmico y de lo dinámico.
EN LA BÚSQUEDA DE LA PERFECCIÓN.
En la actualidad el maestro Hernández Guerra, continúa trabajando en la búsqueda de la perfección de las formas de la naturaleza.
Se enfrenta a lo lejano y se motiva en lo que ello contiene de enigmático. Asume el reto de su espíritu y de sus sentimientos. Desagrega todas las posibilidades del equilibrio natural para revitalizar el recorrido de una búsqueda en devenir.
Jesús Morales Ruiz
Artista Plástico
Jesús Morales Ruiz
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Jesús Morales Ruiz
Artista Plásti
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