LA INTIMIDAD DEL PAISAJE
Una imagen para las sensaciones
El paisaje como cualquier otro elemento
natural o urbano, visto desde la perspectiva postal, es un simple artificio, un
retazo del todo que se descifra en la
memoria, una imagen para las sensaciones. Tomar el tema del paisaje para
recrear el universo pictórico es una alternativa que puede tocar las pulsiones
más íntimas del ser humano, porque no se trata del paisaje como tema, ni como
elección por el mero gusto, se trata de absorber su esencia para volcarla con
la fuerza del color sobre la límpida tela que la espera.
Jesús Morales Ruíz, ha dedicado cuarenta
y dos años de su vida a la pintura, lapso en el que se ha paseado por
diferentes propuestas dentro de la figuración, en los últimos años se ha
dispuesto a jugar de una manera muy seria, con las variaciones del mar, sus
caprichos, sus múltiples maneras de pronunciarse desde cualquier punto,
cualquier hora y hasta cualquier infinito horizonte que le grave sobre el
lienzo el irrepetible momento de una puesta de sol. Profundas disyuntivas se
formula el espectador ante la posibilidad de equivocarse con los amaneceres tan
parecidos a un atardecer, provocando con la misma intensidad la sensación de
estar allí, en presencia de la gestualidad de las olas, sus aromas de espuma
estimulando los sentidos y un irresistible deseo de penetrar su intimidad marina.
No es necesario enmarcar la obra de este
destacado artista en una corriente específica porque su obra no se sostiene en
una época, ni en un determinado espacio de la historia, es su trabajo un
producto de todos los tiempos, siempre caminará con paso firme hacia su destino
porque está desprovista de ataduras, goza de la libertad que toda obra merece,
de la interpretación que de ella se quiera hacer porque la intencionalidad en este caso, no
está dirigida hacia esas posibilidades científicas sino que va más allá de un
cerco, se eleva hacia el mundo de las sensaciones independientemente del hecho
creativo. Los paisajes de Morales buscan
ese espacio íntimo que invita a modificar la percepción cotidiana en otro espacio
de variaciones tonales sugestivas para el goce espiritual. He aquí una
paradoja, siendo que se proyectan como una suerte de pantallas para exaltar los
sentidos, tienden a proporcionar la placidez de la calma, el reposo, el hamacar
de un remanso a orillas del Caribe. Ese caribe que también encarna su figura y
lo hace indisoluble de su propuesta plástica; es decir, estar en presencia de
su obra es simplemente estar con él, es estar en contra del racionalismo
Descartiano, Morales nos enfrenta al
empirismo puro, porque es la experiencia y la percepción ante el objeto lo que
importa, como bien lo dirían Locke y
Hume sobre la tesis de que todas las ideas provienen de los sentidos; aunque
éstos nos puedan engañar disfrutamos de esa mentira que la imaginación de un
artista es capaz de transmitir con la mancha que vibra, con el solaz misterio
que se formula entre la emoción captada por el ojo y la capacidad del artista
para transmitirlo.
Reina
María Rada
Agosto 2016
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