JESÚS MORALES RUIZ –
ARTISTA PLÁSTICO
FELICIANO CARVALLO
El Maestro Ingenuo de Naiguatá
CUANDO VENDRA MI BELLEZA.
“Ya se ausentó mi belleza
Para tierras desconocidas
¿Qué estará pensando halla mi belleza?
En otras tierras lejana.
Donde yo nunca he ido.
Allá me estará esperando,
Y hoy no encuentro el camino.
Aquella tierra lejana
Donde yo nunca he ido
Donde mi belleza se ha ido
La verdad es que se fue tan lejos donde yo nunca he ido…
¿Cuándo verdra mi belleza?
El día del juicio final
ya la comida no me cae bien;
ya tengo cien años llorando.
Ya no puedo sufrir más
Me zumbaré al fondo del mar”.
Feliciano Carvallo (1994)
EL MAESTRO INGENUO DE NAIGUATÁ.
Feliciano Carvallo nació el 11 de Noviembre de 1920 en Naiguatá,
litoral Guaireño, y muere el 28 de Marzo de 2012 en Catia La Mar; de origen muy
humilde, se crea un mundo, entre infantil y mágico. Su fino sentimiento poético
que anima su pintura, hace de ella un sensual estallido de colores como parece
serlo a primera vista por su esplendida suntuosidad cromática, sino una ráfaga
de emociones líricas, que pone un acento de humildad sobre la angustia de un
mundo trepidante, esclavizado por los avances tecnológicos, rodeado de sus
mascarones grotescos, de sus juguetes hechos con taparas y cocos, de sus
pinturas. Cuando se cansa de pintar o no le viene la inspiración, saca su
cuatro y canta melodías inventadas por él. Construyó un pintoresco instrumento
musical combinación de tambor, armónica y corneta con el que interpretaba
canciones populares, como El Carite, El Pájaro.También escribe versos
impregnados de melancolía y de humor, no le falta perspicacia, y el mismo dice
“Mi pintura es ingenua yo no lo soy”.
A lo largo de su carrera el maestro Feliciano ha recibido Premios entre
los que se encuentra: Premio Edmundo Monsanto, Ateneo de Valencia (1965);
Premio Nacional de Pintura Salón Oficial
(1966); Premio “GoogdYear”, Internacional Art Gallerie de Akron, Estados Unidos
(1966).
SU DESCUBRIMIENTO.
En 1947 el maestro Alirio Oramas, en una de las silenciosas calles del pueblo
de Naiguatá, dio de frente con un rancho cuya puerta tenía un letrero decía
“Feliciano”. En las paredes blancas estaban pintadas unas marinas con unas
figuras de un encanto primitivo, que le llamaron poderosamente la atención. El
maestro Oramas comprende enseguida la importancia y el valor de lo que hace
Feliciano Carvallo, y le convence para exponer individualmente en el Taller
Libre de Arte (1949). La crítica acogió al pintor como la revelación de un artista
nato y totalmente distinto a lo que se venía haciendo en arte.
Feliciano recibió influencias del maestro de la luz Armando Reverón,
quien le decía: “has lo que te de la real gana muchacho, has lo que te de la
real gana y p’lante. Pero no copies ni imites a nadie. Que lo que hagas bueno o malo,
sea tuyo simplemente”.
El maestro Feliciano va tomando conciencia del mundo circundante: el
más leve suceso, el hecho más fugaz, constituyen los elementos fundamentales
para su creación. Aprende lo
transitorio, dejar constancia y testimonio de todo cuanto existe en el preciso
momento de su revelación, es el primer postulado de su pintura.
En 1955 el critico de arte Gastón Dieh, agregado cultural de la
embajada de Francia en Venezuela, organizó una exposición individual de sus obras en el Centro Venezolano Francés.
En 1964 el maestro Feliciano se muda a “Manapa”, cerca de Mamo, en un
caserío cerro arriba, entre cardones y cujíes.
En 1966 realiza una exposición
individual en Paris en la Galería Villand & Galanis. El destacado
comentarista Raymon Charnet dijo: “Feliciano Carvallo es un poeta indígena
dotado de imaginación plástica, en él lo que más se destaca es el instinto
decorativo refinado y amplio, y una alegría maravillosa para describir las
cosas una por una”; y el crítico Frank Elgar escribió en el Corre Tour: “Decir
que estos cuadros se imponen a la admiración por su fervor cándido, por la
suntuosidad de sus coloridos y por el arte de la composición, estaría por
debajo de la verdad. Son de una belleza milagrosa, de un esplendor a la vez
inquietante y reconfortante”.
APROXIMACIÓN A SU OBRA:
En la pintura del maestro Feliciano Carvallo se puede constatar tres
momentos o etapas bastante diferentes: El primero comprende desde su iniciación
hasta 1950 y se caracteriza por el empleo de colores al agua; sobre los cuadros,
el dibujo un trazo nervioso y discontinuo, delimita el contorno precisando su
delimitación, incorporándolo a espacios de mayor cadencia expresiva. Algunos óleo
muy escasos por cierto y casi todos de carácter paisajístico o naturalezas muertas.
El segundo, la serie de los
cuadros folclóricos en los que sobresale la gran carpa amarilla del circo o los
escalonados rectángulos de las piezas de barro, donde acometen los más variados
sucesos patronales, empequeñecidos por la complicada panorámica de la visión.
Durante ese largo periodo y hasta 1957, el Maestro utilizó un gran colorido:
naranjas, amarillos, rojos de cadmio y esmaltes industriales cuya elevada
intensidad cromática resultó en más de una ocasión verdaderamente efectista.
El tercero y último período, se
identifica por una pintura de atemperada
resonancia y hermosísimos hallazgos de color, que recogen dentro de
equilibradas tonalidades, un tanto oscuras pero brillantes y lúcidas, el
esplendor enmarañado de las selvas, la codiciada presa del cazador, las deliciosas frutas de
los bosques y aún la calcinada huella de los fuegos nocturnos que dispersan sus
lumbres amarillas sobre los guacamayos y las fieras azules.
A sus visiones de pueblos, plazas, episodios del folklor, pinturas con
gran colorido, se añade su poder de
pintar mitos y fábulas del más vivo
encanto poético.
El maestro Feliciano apela a todos los elementos visuales del mundo, de
su experiencia, transmutándolos en ordenadas geometrizaciones para construir una anécdota, para contar una
historia una narración mágica.
Jesús Morales Ruiz
Artista Plástico
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