JESÚS MORALES RUIZ – ARTISTA PLÁSTICO
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ARMANDO REVERÓN
Más allá de
la Luz
EL MAESTRO
DE LA LUZ.
Armando Reverón nació el 10 de Mayo de 1889
en Caracas y muere el 7 de Septiembre de 1954 en la misma ciudad, en la Clínica
Psiquiátrica San Jorge, luego de una larga serie de crisis mentales que se
repiten paradójicamente desde su juventud.
Reverón mejor es conocido como el “Maestro
de la luz”, su obra plástica es una de las
más importantes que se han realizado en Venezuela de corte universal; premio
nacional de pintura 1953; en su honor se conmemora el 10 de Mayo Día Nacional
del Artista Plástico.
ESTUDIOS
ACADÉMICOS.
Reverón a los pocos años de haber nacido en
Caracas, fue dado en crianza por su madre a un matrimonio de Valencia, los
Rodríguez Zocca, quienes se ocuparon de su educación. Armando comenzó a pintar desde muy niño, a la
edad de 6 años; su tío Ricardo Montilla, quien había estudiado pintura en Nueva
York, contribuyó a despertar en Armando su
vocación artística, quien utilizaba paredes de su casa en lugar de lienzos, para plasmar sus primeros
dibujos.
A los 12 años Reverón comienza a recibir
sus primeros encargos para hacer copias de cuadros antiguos. En 1904 regresa a
vivir con su madre en Caracas.
Esmerada fue su formación artística, estudia
en la Academia de Bellas Artes en Caracas (1908-1911); fueron sus profesores: Antonio
Herrera Toro, Emilio Mauri y Pedro Zerpa; en la Escuela de Artes y oficios de
Barcelona España (1911-1912), y en la Academia de Bellas Artes en San Fernando
de Madrid (1912-1913); viaja a Paris (1914) donde aprende de los impresionistas y de maestros hispanos
de la época (Zuluaga), y del pasado (Goya).
Regresa a Caracas en 1915; manifiesta
entonces “gran admiración por la vida, la cultura y la pintura española”.
Velásquez, Goya y Zuluaga eran sus ídolos, y no debe sorprender que a todo lo
largo de su producción sea posible percibir, en cierta forma, la huella de
estos artistas. Se incorpora al movimiento paisajístico del Círculo de Bellas Artes, siendo el más
individualista y original de sus miembros. Su pintura tiende a romper todo vínculo con la tradición del
paisaje. Pasa por momentos de crisis e indecisión (1915-1918). Pintar no le
parece razón suficiente para vivir la existencia. No puede estar exclusivamente
consagrado al arte, puesto que ella implica considerar que no puede ser en sí
mismo una expresión de arte.
INFLUENCIAS DE UN ARTISTA.
El pintor ruso Nicolás Ferdinandov llegó a Caracas en 1918, una ciudad que para
la época, de acuerdo con la descripción del poeta Fernando Paz Castillo, “está
rodeada de haciendas de café, de siembras de caña de azúcar, y de
construcciones rústicas, alegres y pintorescas, era una pequeña villa de ambiente
andaluz, muy acogedora de una sencillez
ciudadana y un poco rural”. Aquí conoció Ferdinandov al maestro Reverón , sobre
quien ejercería decisiva influencia,
contribuyendo a revelar el aspecto mágico de su personalidad. Su obra pictórica
lo impactó y lo afecta profundamente. El estilo de Art. Noveau, seguido por el
ruso Ferdinandov, con su insistencia de azules, decorativismo y estilizaciones
impecables, en suma una pintura “mental”, y su actividad vitalista, aventurera,
polifacética y desenfadada, le que dió al maestro Reverón una medida de lo que
podía ser un artista; entre ellos nace una gran amistad, se aventura el maestro
Reverón en una etapa de su creación, a realizar el Período Azul (1912-1918) de
influencia española al comienzo; luego deja traslucir rasgos de las maneras
características de los artistas Ferdinandov y Boggio. El colorido tiende a la
monocromía sobre la base de una dominante azul. Es un periodo fantástico y
tenso de tantas reminiscencias simbolisticas. No por eso abandona el contacto
con la realidad exterior y el deseo de cultivar el paisaje sea rural o urbano.
Conoce en este mismo año al pintor ruso
Samys Mutzner; su manera llamativa de
ejecución libre y vivo colorido impresionista cautivó mucho al maestro Reverón,
que lo ayudó en la orientación de búsquedas y ensayos, hacia el estilo
paisajístico.
LA SOLEDAD Y
EL AISLAMIENTO.
En 1920 el maestro Reverón tomo una extraña
determinación, aislarse, construir un universo propio, individual; se retira
con Juanita, su modelo y después su esposa, a vivir a Macuto en el litoral
central, donde comenzó a construir su casa – taller “El Castillete”, fortín con
muros de piedra y ambiente rústico de palmeras y recios espacios interiores. El
maestro ha conquistado el reino de la libertad para pintar. El arte es la
totalidad de la acción en que se enmarca como comportamiento, como inversión y
representación de la realidad en signos e imágenes. Su exploración del misterio
de la luz está orientada a mostrarnos el aspecto cambiante de la realidad, con
los medios más libres y una seguridad que comunica a su obra, indiscutible
actualidad. Su concepción de que el hombre se debe destruir a sí mismo a tiempo
en que realiza su obra, para restituirse a los valores indestructibles de la
materia. Porque aquí la existencia, rica en lucidez y drama, encarna en la
pintura y hace un todo indestructible con ella, de modo que ambas se completan
recíprocamente.
El artista vivió lo más cerca posible de la
luz, de la furia del mar, persiguió la expresión del misterio de las cosas como
algo con lo cual, pintándolo debería consustanciarse plenamente y terminado y
terminando el mismo por enloquecer. Su manera de pintar se reviste por lo tanto,
de un carácter mágico, ritual. Es el mundo de la fábula creado por él, para que
le sirviese de escenario en el cual hace mutis escapándose del público y a la
vez, burlándose de este mundo de ficción, en el cual sólo bastará crear
profundamente con la convicción irracional, que el maestro Reverón mantuvo hasta
su muerte, y creer en ese mundo para que en adelante no fuese ficción, sino
locura.
Su acción pictórica es diferente a todas
las conocidas, porque la gestualización del maestro está precedida por un
ceremonial, cuya capacidad de conjuro y ejercicios queda demostrando por el
clima misterioso alcanzado en la obra. Un ritual
acompañado de gestos, aproximaciones,
alejamientos, que a pesar de su aparente teatralidad, tienen un valor
absolutamente pictórico.
En 1922 el maestro Reverón se interesa por
el claro oscuro, le preocupa y le atrae la luz luminosa del paisaje y las
cosas. La atmosfera del litoral guaireño invade sus ojos e inicia una pintura a
base de grises.
MAS ALLA DE
LA LUZ.
El “Período Blanco” (1922-1930), se
caracteriza por una transición formal y por un cambio técnico transcendental en
su obra: la adopción del temple y la pintura con base a cola “pigmentos
naturales y colorantes artificiales” que el maestro preparaba para conseguir
planos amplios, rápidamente ejecutados. Motivos más luminosos y atmosférico y
destacando en el cuadro las notas violentas de blancos crudos, la ausencia casi
total del color.
En 1936 deja el temple y la aguada. Prepara
sus propios materiales pictóricos, tizas, carboncillos, papel estraza, e inicia
el “Período Sepia” (1936-1950), etapa de
transición caracterizada por un gradual retorno al color y sobre todo de una
entonación terrosa.
Las
obras de este período son de gran riqueza gráfica. El maestro continúa
trabajando del natural; su paleta se torna ocre y la temática corresponde a una
serie de autorretratos, desnudos, dibujos y la sugestión de atmósferas extrañas
de gran espiritualidad en el paisaje.
APROXIMACIÓN
A SU OBRA.
El maestro
Reverón es uno de los artistas de mayor ingenio, su obra trasciende ampliamente
la estética de la época. El proceso de desmaterialización, la abolición de los
limites, contornos, volúmenes, pesos y colores (como atributo especifico de las
cosas), ya estaba en curso y proseguirá hasta el final, constituyéndose en una
(la más conocida y estudiada) de las directrices singulares que va en búsqueda de la totalidad, de lo
absoluto, de ese” silencio del color” que se halla en la luz blanca, sin casi
no tomar en cuenta los materiales y utensilios propios de su oficio. Se diría de
su arte de pintar que sólo era pura psiquis. La fuerza interior del maestro
Reverón es de tal intensidad, de tanta riqueza concentrada, que representa formidablemente y en múltiples
sentidos al modernismo en Venezuela, y que trasciende hasta la contemporaneidad.
Jesús
Morales Ruiz
Artista Plástico
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