sábado, 23 de febrero de 2013

Maestro Armando Reverón - "Más allá de la luz"



JESÚS MORALES RUIZ – ARTISTA PLÁSTICO



ARMANDO REVERÓN
Más allá de la Luz

EL MAESTRO DE LA LUZ.
Armando Reverón nació el 10 de Mayo de 1889 en Caracas y muere el 7 de Septiembre de 1954 en la misma ciudad, en la Clínica Psiquiátrica San Jorge, luego de una larga serie de crisis mentales que se repiten paradójicamente desde su juventud.  
Reverón mejor es conocido como el “Maestro de la luz”, su obra plástica es  una de las más importantes que se han realizado en Venezuela de corte universal; premio nacional de pintura 1953; en su honor se conmemora el 10 de Mayo Día Nacional del Artista Plástico.

ESTUDIOS ACADÉMICOS.                                                                     
Reverón a los pocos años de haber nacido en Caracas, fue dado en crianza por su madre a un matrimonio de Valencia, los Rodríguez Zocca, quienes se ocuparon de su educación.  Armando comenzó a pintar desde muy niño, a la edad de 6 años; su tío Ricardo Montilla, quien había estudiado pintura en Nueva York,  contribuyó a despertar en Armando su vocación artística, quien utilizaba paredes de su casa en  lugar de lienzos, para plasmar sus primeros dibujos.
A los 12 años Reverón comienza a recibir sus primeros encargos para hacer copias de cuadros antiguos. En 1904 regresa a vivir con  su madre en Caracas.
Esmerada fue su formación artística, estudia en la Academia de Bellas Artes en Caracas (1908-1911); fueron sus profesores: Antonio Herrera Toro, Emilio Mauri y Pedro Zerpa; en la Escuela de Artes y oficios de Barcelona España (1911-1912), y en la Academia de Bellas Artes en San Fernando de Madrid (1912-1913); viaja a Paris (1914) donde aprende  de los impresionistas y de maestros hispanos de la época (Zuluaga), y del pasado (Goya).
Regresa a Caracas en 1915; manifiesta entonces “gran admiración por la vida, la cultura y la pintura española”. Velásquez, Goya y Zuluaga eran sus ídolos, y no debe sorprender que a todo lo largo de su producción sea posible percibir, en cierta forma, la huella de estos artistas. Se incorpora al movimiento paisajístico del Círculo de Bellas Artes, siendo el más individualista y original de sus miembros. Su pintura tiende  a romper todo vínculo con la tradición del paisaje. Pasa por momentos de crisis e indecisión (1915-1918). Pintar no le parece razón suficiente para vivir la existencia. No puede estar exclusivamente consagrado al arte, puesto que ella implica considerar que no puede ser en sí mismo una expresión de arte.

INFLUENCIAS DE UN ARTISTA.
El pintor ruso Nicolás Ferdinandov  llegó a Caracas en 1918, una ciudad que para la época, de acuerdo con la descripción del poeta Fernando Paz Castillo, “está rodeada de haciendas de café, de siembras de caña de azúcar, y de construcciones rústicas, alegres y pintorescas, era una pequeña villa de ambiente andaluz, muy acogedora de una  sencillez ciudadana y un poco rural”. Aquí conoció Ferdinandov al maestro Reverón , sobre quien ejercería  decisiva influencia, contribuyendo a revelar el aspecto mágico de su personalidad. Su obra pictórica lo impactó y lo afecta profundamente. El estilo de Art. Noveau, seguido por el ruso Ferdinandov, con su insistencia de azules, decorativismo y estilizaciones impecables, en suma una pintura “mental”, y su actividad vitalista, aventurera, polifacética y desenfadada, le que dió al maestro Reverón una medida de lo que podía ser un artista; entre ellos nace una gran amistad, se aventura el maestro Reverón en una etapa de su creación, a realizar el Período Azul (1912-1918) de influencia española al comienzo; luego deja traslucir rasgos de las maneras características de los artistas Ferdinandov y Boggio. El colorido tiende a la monocromía sobre la base de una dominante azul. Es un periodo fantástico y tenso de tantas reminiscencias simbolisticas. No por eso abandona el contacto con la realidad exterior y el deseo de cultivar el paisaje sea rural o urbano. Conoce  en este mismo año al pintor ruso Samys  Mutzner; su manera llamativa de ejecución libre y vivo colorido impresionista cautivó mucho al maestro Reverón, que lo ayudó en la orientación de búsquedas y ensayos, hacia el estilo paisajístico.

LA SOLEDAD Y EL AISLAMIENTO.     
En 1920 el maestro Reverón tomo una extraña determinación, aislarse, construir un universo propio, individual; se retira con Juanita, su modelo y después su esposa, a vivir a Macuto en el litoral central, donde comenzó a construir su casa – taller “El Castillete”, fortín con muros de piedra y ambiente rústico de palmeras y recios espacios interiores. El maestro ha conquistado el reino de la libertad para pintar. El arte es la totalidad de la acción en que se enmarca como comportamiento, como inversión y representación de la realidad en signos e imágenes. Su exploración del misterio de la luz está orientada a mostrarnos el aspecto cambiante de la realidad, con los medios más libres y una seguridad que comunica a su obra, indiscutible actualidad. Su concepción de que el hombre se debe destruir a sí mismo a tiempo en que realiza su obra, para restituirse a los valores indestructibles de la materia. Porque aquí la existencia, rica en lucidez y drama, encarna en la pintura y hace un todo indestructible con ella, de modo que ambas se completan recíprocamente.
El artista vivió lo más cerca posible de la luz, de la furia del mar, persiguió la expresión del misterio de las cosas como algo con lo cual, pintándolo debería consustanciarse plenamente y terminado y terminando el mismo por enloquecer. Su manera de pintar se reviste por lo tanto, de un carácter mágico, ritual. Es el mundo de la fábula creado por él, para que le sirviese de escenario en el cual hace mutis escapándose del público y a la vez, burlándose de este mundo de ficción, en el cual sólo bastará crear profundamente con la convicción irracional, que el maestro Reverón mantuvo hasta su muerte, y creer en ese mundo para que en adelante no fuese ficción, sino locura.
Su acción pictórica es diferente a todas las conocidas, porque la gestualización del maestro está precedida por un ceremonial, cuya capacidad de conjuro y ejercicios queda demostrando por el clima misterioso alcanzado en la obra. Un ritual
acompañado de gestos, aproximaciones, alejamientos, que a pesar de su aparente teatralidad, tienen un valor absolutamente pictórico.
En 1922 el maestro Reverón se interesa por el claro oscuro, le preocupa y le atrae la luz luminosa del paisaje y las cosas. La atmosfera del litoral guaireño invade sus ojos e inicia una pintura a base de grises.

MAS ALLA DE LA LUZ.
El “Período Blanco” (1922-1930), se caracteriza por una transición formal y por un cambio técnico transcendental en su obra: la adopción del temple y la pintura con base a cola “pigmentos naturales y colorantes artificiales” que el maestro preparaba para conseguir planos amplios, rápidamente ejecutados. Motivos más luminosos y atmosférico y destacando en el cuadro las notas violentas de blancos crudos, la ausencia casi total del color.
En 1936 deja el temple y la aguada. Prepara sus propios materiales pictóricos, tizas, carboncillos, papel estraza, e inicia el “Período  Sepia” (1936-1950), etapa de transición caracterizada por un gradual retorno al color y sobre todo de una entonación terrosa.
Las  obras de este período son de gran riqueza gráfica. El maestro continúa trabajando del natural; su paleta se torna ocre y la temática corresponde a una serie de autorretratos, desnudos, dibujos y la sugestión de atmósferas extrañas de gran espiritualidad en el paisaje.

APROXIMACIÓN A SU OBRA.
El maestro Reverón es uno de los artistas de mayor ingenio, su obra trasciende ampliamente la estética de la época. El proceso de desmaterialización, la abolición de los limites, contornos, volúmenes, pesos y colores (como atributo especifico de las cosas), ya estaba en curso y proseguirá hasta el final, constituyéndose en una (la más conocida y estudiada) de las directrices singulares  que va en búsqueda de la totalidad, de lo absoluto, de ese” silencio del color” que se halla en la luz blanca, sin casi no tomar en cuenta los materiales y utensilios propios de su oficio. Se diría de su arte de pintar que sólo era pura psiquis. La fuerza interior del maestro Reverón es de tal intensidad, de tanta riqueza concentrada, que  representa formidablemente y en múltiples sentidos al modernismo en Venezuela, y  que trasciende hasta la contemporaneidad.             

Jesús Morales Ruiz
Artista Plástico

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